Bienvenidos al "Rincón del Olvido"
“Olvido” es un pequeño gran espacio ubicado en cualquier parte de cualquier lugar, en este mundo o en otro quizás, en este tiempo o en la eternidad, en donde diariamente se reúnen olvidadizos a voluntad.
Dentro de sus espacios, infinitos “Rincones del olvido” envuelven con su manto a quienes atormentados huyen de remembranzas. En donde en susurros, se escuchan los recuerdos emerger desde cada “Rincón del olvido”, para luego perderse entre el aroma del café recién hecho y en la superficie dorada de los tibios panecillos que se sirven en el “Olvido”
Pase adelante y tómese un último café con el recuerdo.
Si al primer buñuelo en el “Olvido” no logra deshacerse del recuerdo, la casa le invita un suculento “pie” de nostalgia.
Para todos ustedes, está este lugar.
Bienvenidos al “Rincón del Olvido”
domingo, 6 de septiembre de 2015
Adiós...
domingo, 6 de marzo de 2011
Espejo
sábado, 19 de febrero de 2011
En muy pocas palabras...
viernes, 13 de agosto de 2010
Retraso Inspiracional. A propósito de un caso…
viernes, 2 de julio de 2010
Ausentismo “Bloggeril”
lunes, 19 de abril de 2010
Adiós Poeta...
Adiós poeta
Adiós poeta que elevas tu ancla en este puerto lejano.
Entre olas grises emergen tus versos.
Tu nombre lo gritan al chocar con las piedras,
y es un susurro cuando la espuma se forma.
Adiós poeta que enamoras luciérnagas
que entre versos y cantos hipnotizas estrellas.
Adiós poeta no recuerdes mi nombre,
que el viento te toque con el amor que compones,
porque en cada verso tu alma se esconde.
Adiós poeta
que el mar te hable de mis manos que acarician sus olas
que los peces te cuenten su escapar de mis redes.
Adiós poeta que la mar te acompañe,
que entre tifones y elevadas mareas,
que entre amaneceres constantes
llegue tu barca a su puerto triunfante.
Adiós poeta que tus estrofas crucen los cielos
hablándonos de almas y danzares
de mareas y olvidares
de libertad y futuro
y de amores inmortales.
Adiós poeta,
aguardaré el sol en su cenit
y así tatúe tus versos en mis tinieblas.
Pero nunca olvides poeta
que aunque las olas se van y se pierden
algún día, de cualquier lugar… regresan.
sábado, 3 de abril de 2010
Lluvia sepia...
Percibí la aparente infinidad del universo que me rodeaba desde mi exiguo banco.
Solía sentarme en él a diario, a veces sola, otras tantas desolada.
Nunca había compartido mi universo desde aquel escaño.
Mis ojos no eran los mismos de ayer,
la historia que atravesó mis pupilas los había cambiado.
Ahora todo era sepia desde mi banco.
Luces en el cielo vaticinaban el diluvio advertido.
- ¡¿Lluvias en abril?! - habría exclamado, pero ya no importaba.
El día era sepia y no podría cambiarlo.
La lluvia era sepia y el mes de abril, sobrevalorado.
El conocido olor a tierra húmeda y pasto atestó mi olfato.
Sabía que podían desvanecerse los destellos y el cielo encapotado,
pero ese olor a infancia y libertad,
a manos pantanosas y zapatos enlodados.
Ese olor a trabajo y cosecha,
a galerna y tremedal.
Ese olor a verde y pardo no eran de errar,
era la lluvia avasallante,
pronto lloverá.
La primera gota de lluvia rompió con el dorso de mi mano,
el helado contacto de su calidez innata,
la basta superficie rasa,
extiende sus hilos, avanza y se separa,
escapa de mi mano, deja su huella helada.
Es sólo la lluvia sepia,
es sólo olor a tierra mojada.
Recuerdos de lluvias pasadas
se rellenan de líquida tristeza,
desbordándose pronto,
haciendo caminos en el extenuado suelo,
perdiéndose entre baches del olvido,
recorriendo sumideros de nostalgia,
llegando hasta mis desgastados zapatos,
impregnándome de lluvia sepia.
Era sólo tristeza sepia,
eran sólo charcos de agua.
Cada gota narraba su historia,
algunas con tono fuerte, otras con susurros a distancia.
Sollozaban vivencias,
caían por desteñidas paredes,
resbalaban por silentes ventanas,
golpeaban flores silvestres,
a dos voces cantaban.
Era sólo la lluvia sepia
lidiando con mi solapa.
Gotas heladas se infiltraban.
Recorrían mi ropa,
reconfortan mis hombros.
Resbalan y siguen,
atraviesan distancias.
Quiero inundarme en lluvia sepia,
que limpie los escombros de mi sustancia la borrasca.
Sensación a lluvia sepia,
incipiente alma mojada.
Todos corren a refugiarse
sin notarme trepidante.
Abrazan sus cuerpos,
tienen miedo de la lluvia sepia,
tienen miedo de esas gotas de agua.
No quieren que traspasen sus grietas
formando goteras en su fracturada alma.
Todos corren dejando estelas,
todos se ocultan,
todos se protegen de la lluvia taciturna.
Distintos broqueles empuñan,
buscan refugio para sus almas.
Tienen miedo de quedar desprotegidos,
quedar desnudos,
tienen miedo de limpiar sus almas.
Lluvia sepia,
arrullo de mi alma.
Chispeantes gotas de tristeza,
infinita tristeza del alma.
Sólido banco de cemento,
testigo de mi añoranza.
Días tristes, días sepia.
Lluvia sepia,
todos te pintan del color de su desgracia.